No podemos lograr el equilibrio vital, sin poner en el centro las necesidades humanas y sus aspiraciones..
En el marco del XIII Congreso Forestal Mundial se llevó a cabo la Sesión Plenaria “Los bosques al servicio de la gente”, que estuvo moderado por Emilio Flores, Director Adjunto de la Comisión Nacional Forestal de México.
El panel de expositores fue integrado por Balgis Osman Elasha, representante del Alto Consejo para el Ambiente y los Recursos Naturales de Sudán y miembro destacada del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), galardonado en el año 2007 con el Premio Nobel de la Paz y Esteban Jobbágy; investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la República Argentina.
Balgis fue la encargada de exponer sobre los aspectos socioeconómicos del cambio climático y el manejo forestal. Al respecto sostuvo que existen pruebas, basadas en distintos informes de que el cambio climático está sucediendo y lo está haciendo a una tasa mucho más rápida que la habilidad y capacidad de la mayoría de los ecosistemas de adaptarse o ajustarse a dichos cambios. “Nos estamos moviendo y alejándonos del promedio, vamos a ver condiciones climáticas más intensas que antes”, dijo.Entre las tendencias que actualmente están ocurriendo, Balgis mencionó a los incendios forestales en todo el mundo, principalmente en América del Norte y el Sur de Europa.También señaló que existe una relación entre los impactos del cambio climático por la interferencia humana y los disturbios naturales. Por eso “no podemos saber qué es lo que se le puede atribuir al clima y qué a los seres humanos”. Agregó que el informe de la IUFRO sobre los impactos del cambio climático indicó que éstos pueden verse exacerbados por la falta de manejo forestal sostenible y las estructuras de gobernanza.Indicó que el tema de la atribución es sumamente importante cuando se habla de los cambios en los bosques de África. “Hay muy pocos bosques que tienen un plan de trabajo, un plan gubernamental, por eso existe una gran necesidad de abordar estos temas y esto no puede hacerse si no hay un buen entendimiento de la relación entre los bosques, el clima y el hombre.”, explicó Balgis.
Al mismo tiempo dijo que se debe tener una visión más amplia para fiscalizar y monitorear estas relaciones.Por otro lado, la representante del Alto Consejo para el Ambiente y los Recursos Naturales de Sudán sostuvo que los modelos ecológicos y de clima señalan que la productividad va a aumentar en algunas regiones, generalmente regiones templadas.También van a existir efectos negativos como la expansión de enfermedades y brotes de incendios.Los estudios indican que existe un efecto muy claro de deterioro en este siglo y será mayor en las regiones templadas, donde hay gran cantidad de madera, lo que significará un impacto negativo en las regiones y a nivel mundial. Sin embargo, argumentó que “el peor impacto que se espera va a resultar de condiciones climáticas extremas como por ejemplo, tormentas, huracanes y sequías que aumentarán los incendios, plagas y enfermedades.
Luego desarrolló las amenazas con las que se enfrentan los bosques tropicales y los ecosistemas y explicó algunas preocupaciones relacionadas con el cambio climático y los bosques en los países en desarrollo, a partir de un enfoque especialmente centrado en Africa.
Preocupaciones
1) La concentración en la mitigación. Durante mucho tiempo los debates se han enfocado en forma no proporcional a la mitigación del rol de los bosques. “No se puede aceptar a la mitigación como un punto de ingreso para resolver todos los problemas relacionados con lo forestal”.
2) Los proyectos forestales siempre obtienen una participación menor en el desarrollo del mecanismo limpio. “Existen muchas condiciones para poder calificar para un proyecto de desarrollo de mecanismo limpio, por lo tanto ha privado a los países en vías de desarrollo de los beneficios sociales, económicos y ambientales que sólo estos proyectos pueden proporcionar”.
3) El constante debate de la bioenergía. Esta preocupación fue trabajada en el informe de la IPCC y se relaciona con el impacto de la bioenergía, la biodiversidad y la seguridad alimentaria. “Concentrarse en la bioenergía puede competir con los recursos disponibles para la producción alimentos y otros productos agrícolas”. Además manifestó que el desarrollo de la bioenergía ha sido impulsada por la necesidad de la seguridad energética de los países desarrollados, en lugar de contribuir a resolver los problemas de la gente.
4) Se ignoran las necesidades y perspectivas de las comunidades en todas iniciativas relacionadas con el cambio climático. Cuando hablamos de la deforestación, relacionada con la tala ilegal de los bosques y se centra en un sólo lado del asunto, se ignora a todos aquellos que dependen de los bosques, que necesitan generar ingresos y también hacer crecer las tierras agrícolas para aliviar la pobreza y el hambre.
5) A través de una lente muy estrecha se concentra en la adaptación de los bosques y las especies, en lugar del rol que pueden tener en la capacidad de la gente de adaptarse. “El lema de este Congreso es el equilibrio vital, pero no podemos lograrlo sin colocar a las necesidades humanas y sus aspiraciones en el centro de la agenda del desarrollo forestal”, concluyó Balgis Osman Elasha. No usamos de manera inteligente los conocimientos para cuidar y mejor el ambiente A continuación hizo su presentación Esteban Jobbágy, que en primer lugar, advirtió que “es mucho lo que sabemos y podemos aprovechar pero no estamos usando ese conocimiento de manera inteligente para producir mejor y cuidar más el ambiente”.
Luego de reconocer que el agua es un tema crítico y muy sensible porque es un recurso central y en torno al cual se generan muchos conflictos, el investigador explicó que cuando hablamos sobre el agua, tenemos que tener en cuenta dos facetas: La provisión (para consumo, producción, etc.) y la regulación hidrológica (para evitar inundaciones, sequías y deterioro de tierras). “Hay una cosa que aprendimos en los últimos 15 años: Que los ecosistemas terrestres juegan un papel mucho más importante de lo que se creía respecto del ciclo del agua. Por eso, podemos ver a los ecosistemas terrestres como verdaderos mediadores entre el agua y la sociedad”.
Por otro lado, Jobbágy hizo referencia a lo que él denominó ciertos “mitos” que hay en torno de las plantaciones forestales: “Se dice que las plantaciones forestales consumen mucha agua y secan la tierra. Es cierto. Pero también lo podemos ver desde otra perspectiva: Las plantaciones forestales pueden ser un regulador hidrológico y pueden mejorar las condiciones del agua”. En nuestro continente las plantaciones forestales han tenido un gran crecimiento, sobre todo en lo que respecta a pinos y eucaliptos, fundamentalmente por las condiciones ecológicas que existen. El científico explicó que “estas plantaciones tienen una productividad prodigiosa para generar biomasa. Ninguna otra utilización de la tierra puede competir con estas plantaciones en su capacidad de generar biomasa. Eso sin duda es una oportunidad.
Por eso, hoy en el continente tenemos muchos focos forestales, aunque las plantaciones no son el principal uso que se le da a la tierra en la región”. Para exponerse a la captura de carbono, las plantas tienen inevitablemente que perder agua, en lo que los científicos denominan proceso de transpiración. “Por eso, si tenemos productividades muy altas inevitablemente vamos a tener consumo de agua muy alto”. Jobbágy resaltó la importancia que reviste la decisión de qué uso le damos al agua. “Podemos decidir si el agua se va a deslizar por la superficie o si entra en el suelo en un proceso que llamamos “infiltración”. Eso va a influir mucho en las decisiones que tomemos posteriormente: Plantar árboles, cultivos o no hacer nada con el agua”. En este sentido, explicó que una vez que el agua entra en el suelo pueden pasar dos cosas: Quedar ahí y ser empujada por otra agua que llegue más tarde y la empuje en un recorrido subterráneo, o puede ser consumida por una planta, con lo cual será transpirada y se perderá como vapor, con el beneficio de poder capturar carbono en el medio. “Al vapor lo llamamos consumo, a lo que llega al arroyo lo podemos llamar rendimiento hídrico de la cuenca”.
Jobbágy mostró un estudio de investigación según el cual en las zonas forestadas cayó un promedio de 35% el caudal de las cuencas. Asimismo, en llanuras planas, como por ejemplo la pampeana, se registra cierto exceso hídrico, que no puede trasladarse fácilmente a los arroyos; esto se traduce en niveles freáticos muy elevados, con lo cual el agua aflora en la superficie (espejos de agua). Pero también se produce una acumulación de sales: Salinización. Aunque esto se revierte cuando hay elevada humedad.
Por último, recomendó tener en cuenta el caso australiano, en donde hay muchos bosques secos, muy efectivos para utilizar la totalidad del agua, con rendimiento hídrico cero, o sea que la totalidad del agua de lluvia es consumida, con lo cual no hay drenaje profundo, por lo que estos sistemas pueden por milenios acumular sales. El científico advirtió que este fenómeno se está empezando a registrar en la provincia argentina del Chaco. Cuando las tierras que reúnen estas características son utilizadas para producciones agrícolas éstas al tiempo quedan inutilizables por la salinización: Australia ya perdió 10% de las tierras agrícolas y se calcula que para 2050 perderá un total de 30%. La única solución a esto es la reforestación. Por eso, Jobbágy aclaró que a la hora de pensar en el agua hay que tener en cuenta el contexto y advirtió que el consumo de agua de las plantaciones forestales va a variar en función de las características particulares de éstas.
Pero además aclaró que “a veces, tener menos agua como el caso australiano es una ventaja y tenemos que aprender a utilizar eso; el uso de la tierra agrícola genera excedentes grandes con lo cual podemos compensar con plantaciones forestales. En ese sentido, la zonificación regional es importante, o sea qué región nos interesa más forestar”. Las plantaciones forestales cumplen también un rol muy importante en la regulación hídrica.
Jobbágy argumentó que “hubo un cambio de paradigma: Pasamos de una economía de rendimiento a una agronomía del agua, con otras funciones: Carbono y biodiversidad. En este sentido, el sector forestal tiene una oportunidad enorme, está a la cabeza de otros sectores productivos, haciéndose eco de estas nuevas demandas”.
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