* Por Miguel Saredi - presidente de Pampa Sur, especial para Agencia NOVA.
Sobre el tamaño y el rol del Estado sería muy largo escribir, aunque a las postu
ras más socializantes o liberales es necesario aclararles que siempre deben tener en cuenta las distintas realidades históricas, geográficas y poblacionales. Por supuesto también las sociológicas, y en este plano el Estado debe tener en cuenta hasta la realidad del obrar, el sentir y el pensamiento de los argentinos, pasando por su malformación social, la imposibilidad de construcción colectiva como sociedad que sostenemos y el estado anómico de nuestros ciudadanos e instituciones.De lo que no quedan dudas –así lo ha demostrado hasta la crisis internacional del año 2008- es que el Estado absolutamente ausente, cuasi anárquico, es inviable en este complejo mundo y en esta difícil Argentina, y que es necesario, mas allá de la necesidad de bajar y hasta eliminar tributos, tener en cuenta que hacemos con aquellos que se deben cobrar o con aquellos que efectivamente engrosan las arcas del Estado en la actualidad.
En una sociedad siempre hay puja distributiva, y ante el ella el Estado tiene que actuar.
Leí hace un tiempo un reportaje a Aldo Ferrer –con el cual no coincido en muchos planos pero respeto por su coherencia y conducta íntegra- realizado por Matías Longoni en el diario Clarín, en la cual hasta el mismo periodista expresaba la legitimidad del accionar del Estado, pero también la plena sensación de la ciudadanía argentina que el Estado arbitra mal ante esta pelea distributiva.
Hay sectores enteros y vastos sectores de nuestra ciudadanía que observan como siempre hay favorecidos por esta teoría de la distribución argentina que siempre termina privilegiando a algunos sectores: contratistas del Estado, empresas con poder de lobbie, gremialistas y sindicatos oficialistas, sectores de la comercialización y de la distribución (hoy las llamadas grandes superficies), algunos segmentos de la industria, incluso la automotriz, aunque hay otras menos generadoras de trabajo y de crecimiento con las mismas ventajas comparativas. En los últimos años en general muchas ligadas al Transporte y a la Construcción de Obras Públicas.
Influyen en esta característica vicios de corrupción, hasta modalidades importantes como el acceso a la información, y también el ideologismo que está desde su formación en lo que llamamos "economistas urbanos".
En general los perjudicados siempre terminan siendo los actores de la cadena productiva en sus distintas acepciones y más aún cuanto más cercanos se encuentran a la producción primaria, los mismos consumidores, y en general aún más grave de acuerdo a su nivel social, porque en la Argentina pagan más proporcionalmente los que menos tienen (como el IVA o los impuestos a servicios públicos que perjudican en general a los más necesitados).
La dinámica de la vida social argentina que permitía a nuestros abuelos y bisabuelos inmigrantes "hacerse la América", o que tuviéramos –también quizás como uno de los pocos logros del peronismo y del radicalismo- una importante clase media, mayor en número al resto de los países de América Latina, se ha revertido profundamente y en las últimas décadas detrás de una clara política económica contraria a los intereses de la producción hay una petrificación de las clases sociales argentinas, en la cual es casi imposible salir de la pobreza hacia un estado de superación para sus descendientes y un achicamiento o por lo menos idea difusa de lo que significa ser de la clase media argentina.
Las estadísticas sobre la distribución del ingreso además le dan solidez a esa percepción que tiene gran parte de la ciudadanía.
Nuestro Estado se encarga de cobrar impuestos, de fiscalizar y poner cada vez más cargas, y nuestros productores cargan con un mosaico superpuesto que arranca con las ilegales e inconstitucionales retenciones y pasa por el impuesto a las ganancias, ingresos brutos, bienes personales, impuesto inmobiliario, IVA diferencial, tasas de red vial municipal y hasta tributos contarios a toda lógica económica como el impuesto al cheque entre tantos otros.
En su afán recaudador olvidó o minimizó su rol de ser árbitro de la distribución y la pelea por ella.
¿La olvidó?
¿O es funcional para los amigos de este Estado que recaude, para que luego subsidie sus empresas?
¿Es verdad que en la pelea por las retenciones influye su necesidad de querer distribuir mejor la renta?
Por lo menos entendemos la desconfianza de nuestra gente, porque las retenciones no son un impuesto a la renta sino una confiscación a la producción y al trabajo.
Perjudica no a los dueños de la tierra ni al capitalismo más concentrado, sino al tractorista con porcentaje, al maquinista cosechero, al tambero mediero, al ingeniero agrónomo, al fumigador, a cientos de Pymes de contratistas rurales y a cientos de mini pools de siembra integrado por jóvenes profesionales y verdaderas clases medias de nuestro interior, y en general a cientos de miles de personas que trabajan produciendo.
Si sólo una escala y un volumen superior puede hacer posible superar este nivel de precios y de retenciones como árbitro de la distribución sólo beneficia a los más grandes o por lo menos son a los que les permite seguir en la cancha hasta que mejore la situación del partido. Los otros, lentamente, están siendo expulsados de una posibilidad de progreso.
Con ese mismo afán recaudador este Estado kirchnerista ni siquiera es paternalista, sino voraz e insaciable en su afán de generar ingresos, pero no para darle a los que menos tienen, sino que luego subsidia a la empresas que cree conveniente hacerlo o compensa determinadas actividades. Beneficia hipermercados o algún frigorífico determinado –sólo uno- o anuncia negocios para 4 o 5 que vayan a criar terneros pero no para miles de tamberos por dar sólo algunos ejemplos. Recauda mucho y distribuye discrecionalmente.
Favorece a los grandes y no contribuye a la justa distribución, salvo aquellos a quienes puede someter por su tremenda debilidad. Por ello aumenta los subsidios a los planes Jefe y Jefa o determinadas jubilaciones asignadas sin ningún tipo de criterio, y tantas otras medidas que no son tomadas por un fin social sino de sumisión electoral.
Las opiniones y comentarios publicados en esta sección son de entera responsabilidad del autor o autora. Por lo tanto, vale aclarar, Agencia NOVA es simplemente un instrumento de difusión de las ideas aquí reflejadas.
* Miguel Saredi, presidente de Pampa Sur

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