En el Día Mundial de la Mujer, recuperamos algunos datos que retratan la situación de la mujer rural. Niveles y condiciones de participación, tipo de tareas, remuneración, desigualdades.

Según estudios de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, dentro de la ONU), en esta región las mujeres constituyen el 48 por ciento de la población rural, es decir 58 millones. Sumada a la población masculina, el total de 121 millones representa el 20 por ciento de la población total de la región. La actividad principal de la población rural en el subcontinente es la agricultura.

Si la contribución del trabajo femenino es fundamental en la producción y reproducción de la población, se vuelve aún más imprescindible cuando se trata de la producción de alimentos. A la vez, las mujeres rurales son un sector social doblemente afectado por las políticas de liberalización de la economía, ya que éstas benefician solamente al sector de la agricultura de exportación y al más tecnificado y capitalizado.

De acuerdo a los datos que estos organismos de las Naciones Unidas recolectaron en el año 2007, hay alrededor de 37 millones de mujeres mayores de 15 años en áreas rurales, de las cuales casi la mitad están económicamente activas. 4 millones y medio de ellas son productoras agropecuarias. La mayoría de la otra mitad, 16 millones, forman parte de familias de productores, contribuyendo al trabajo agrícola de manera invisible para los registros oficiales.

Entre 1990 y 2005, la participación de las mujeres en el empleo y la producción rural aumentó de 32,4 a 46,4 por ciento, aunque sigue siendo inferior a la de la población masculina. Sin embargo, sólo una mínima porción de las mujeres que trabajan en la agricultura son asalariadas.
Esto está íntimamente relacionado con los trabajos domésticos y de cuidado que son realizados en su mayoría por mujeres. El papel de este trabajo no remunerado es fundamental en la producción agrícola y en la reproducción. Sin embargo, no es contabilizado. Por último, las tasas de desempleo de mujeres en las zonas rurales duplican a las de los hombres.

Acceso a la tierra
Si bien las normativas de los distintos países han incorporado la igualdad de derechos en cuanto a la propiedad de la tierra entre mujeres y hombres, el acceso real es muy desigual. En su mayoría, las mujeres dueñas de campos son mayores de 50 años y suelen tener menos de 5 hectáreas. Esto trae como consecuencia la dificultad de trabajar por cuenta propia.

Empleo rural no agrícola
La mayoría de las mujeres rurales ocupadas tienen empleos que no están relacionados con la producción agrícola. Entre este tipo de empleos se destacan las actividades de tipo artesanal, las de servicios y el comercio al por menor.

Edades
La mayoría de las mujeres que trabajan en producción agrícola tienen entre 15 y 44 años. Sin embargo, hay una gran presencia de niñas menores de 15 y mujeres mayores de 60 años.
Esto se debe a la migración del campo la ciudad o incluso entre países, realizada principalmente por personas en edad de trabajar de manera formal.
Por otro lado, las mujeres que no migran, cuando están en edad activa, suelen preferir empleos no agrícolas debido a sus mayores salarios.