viernes, 12 de septiembre de 2025

Carbap alerta: el agua cubre más de dos millones de hectáreas en Buenos Aires y frena la siembra de maíz

La provincia de Buenos Aires atraviesa una de las peores emergencias hídricas de las últimas décadas. Según un relevamiento de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa - Carbap, elaborado con imágenes satelitales entre el 2 y el 7 de septiembre, más de dos millones de hectáreas permanecen bajo el agua o con graves problemas de anegamiento. Si a esa cifra se suma la superficie que no puede trabajarse por falta de piso o accesos, el área comprometida supera los tres millones de hectáreas.

El informe marca un salto alarmante respecto de fines de agosto, cuando ya se hablaba de un millón de hectáreas comprometidas. En apenas dos semanas, la situación se duplicó. Distritos productivos clave como 9 de Julio, Lincoln, Bolívar y 25 de Mayo encabezan la lista con más de 150.000 hectáreas afectadas cada uno. En total, 16 partidos concentran más de 1,4 millones de hectáreas anegadas, lo que refleja la magnitud del fenómeno en el corazón agrícola-ganadero bonaerense.

Carbap detalló que en General Alvear se registran 125.620 hectáreas bajo agua, en Carlos Casares 114.589, en Saladillo 93.964 y en Pehuajó 91.922. La organización ruralista advirtió que los anegamientos avanzan hacia el sur de la provincia a medida que el caudal del río Salado se desplaza, lo que agrava la capacidad de drenaje natural de la cuenca.

Impacto en la producción: siembra de maíz temprano en jaque

El secretario de Carbap, Pablo Ginestet, explicó que los productores enfrentan una situación límite. “Es imposible sembrar maíz temprano porque no hay manera de llegar a los campos. En algunos casos, aunque se pueda entrar, no hay piso: está todo blando, las máquinas se entierran y no pueden andar”, señaló.

La consecuencia inmediata es que la siembra de maíz de primera caerá drásticamente en las zonas más afectadas, alterando los planes de la campaña gruesa 2025/26. Para los ganaderos, el problema no es menor: los campos anegados dejaron sin pasturas a los rodeos, lo que obliga a comprar forraje o grano para sostener a los animales. Incluso se teme que muchos productores deban vender parte de sus rodeos si el agua no retrocede en las próximas semanas.

El panorama golpea en un momento delicado. A la pérdida de parte de la cosecha pasada se suma la incertidumbre sobre la que viene. Cada día con los lotes bajo agua significa potencial de producción que se pierde, remarcan los técnicos. Y si las lluvias previstas para la segunda quincena de septiembre se concretan, la crisis podría escalar todavía más.

Reclamos: obras hídricas y emergencia agropecuaria

La dirigencia ruralista insiste en que la emergencia no es nueva, sino la consecuencia de décadas de postergación de obras. “No podemos permitir que cada lluvia extraordinaria se convierta en una tragedia anunciada. La situación exige respuestas inmediatas, concretas y responsables”, remarcó Carbap en su comunicado.

La entidad pidió reactivar con urgencia los proyectos de infraestructura hídrica en la cuenca del Salado, obras largamente reclamadas y siempre demoradas. También solicitó asistencia inmediata a los productores a través de los instrumentos de la Ley de Emergencia Agropecuaria, lo que permitiría acceder a prórrogas impositivas en los niveles provincial, municipal y nacional.

Además, Carbap reclama la apertura de líneas de financiamiento específicas mediante el Banco Nación y el Banco Provincia, capital de trabajo para sostener la actividad y asistencia vial para reparar caminos rurales destruidos por el agua. “Estamos trabajando en que todas estas emergencias, prórrogas y burocracia sean lo más rápidas y fáciles y en que los productores tengan acceso al financiamiento”, afirmó Ginestet.

Vidas y futuro en juego

Carbap buscó poner el acento no solo en las pérdidas económicas, sino en las realidades humanas detrás de la emergencia. “No estamos hablando solo de agua: estamos hablando de vidas, de futuro y de esperanza”, subrayó la entidad.

En cada partido afectado hay familias que no pueden trasladarse, escuelas rurales que permanecen aisladas y tambos que deben tirar la leche porque no logran sacar la producción. Los caminos rurales intransitables agravan el panorama y convierten cada lluvia extraordinaria en un drama cotidiano.

El llamado de los productores es claro: si no se concretan las obras pendientes y no se agilizan las herramientas de asistencia, la crisis actual será solo el anticipo de nuevos desastres. “Nada de esto alcanza si las autoridades en todos sus niveles de gobierno no están a la altura del desastre humano y productivo que estamos atravesando”, advirtió Carbap.

Un futuro marcado por el agua

Buenos Aires vive un momento bisagra. Con más de dos millones de hectáreas bajo el agua y tres millones comprometidas, la provincia enfrenta una amenaza que condiciona su rol central en la producción agropecuaria del país. El desborde del río Salado, la falta de obras estructurales y la presión climática convierten la campaña agrícola en una carrera contra el tiempo.

La primavera traerá lluvias normales en buena parte de la región pampeana, según los pronósticos, pero en zonas donde los excesos hídricos dominan la escena esas precipitaciones pueden transformarse en un nuevo problema. El futuro del agro bonaerense se juega en un delicado equilibrio: entre la espera de asistencia inmediata y la urgencia de un plan hídrico que garantice sustentabilidad a largo plazo.


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