El informe de Statista 2023 señala que el consumo estimado de proteína animal a nivel mundial en 2021, por tipo principal fue el siguiente: Pescado 160 (MTM) millones de toneladas métricas equivalente en peso eviscerado (cwt); Aves 133 MTM equivalente de listo para cocinar (rtc); Carne de cerdo 113 MTM equivalente de peso en canal (cwe); Carne de ternera 70 MTM equivalente de peso en canal (cwe). Esto marca la tendencia que se viene registrando en los últimos años con el avance significativo de la carne aviar seguida de la porcina.
Se observa una ignificativa caída de la participación de la
carne vacuna y avance de las carnes de aves y de cerdos, esta última dejó de
ser exclusivamente de consumo indirecto a través de fiambres y embutidos para
tener una participación importante como demanda fresco. La tendencia continúa
con firme acentuación de las participaciones.
Un actor fundamental es el consumidor. El 'ama de casa' no
sólo compra por gusto sino, preferentemente, por precio. Por esa razón, la
generación de nuevas políticas públicas para las carnes debe tener en cuenta
estas consideraciones y siempre propender a que haya más oferta. Alentar un
consumo, por ejemplo de carne vacuna cuando su precio relativo es más alto atenta
al bolsillo del comprador y corre riesgo de resultar en un fracaso.
El consumo total de carnes puede definirse por el consumo
parcial de carnes de las diferentes especies animales. Es decir, carne vacuna +
carne aviar + carne porcina + carne ovina + otras. El consumo de cada carne se
integrado por su consumo propio + el consumo de sustitución. El consumo propio
está relacionado con la preferencia, disponibilidad en el mercado, tradición de
uso, precio, etc. La sustitución, vincula a todas las carnes a través de los
precios relativos, presencia en el mercado, estación del año, fechas festivas y
otras (sequías, inundaciones, enfermedades, reglamentaciones, limitaciones,
promociones).
El destino de la producción puede ser el mercado interno y/o
la exportación. Los stocks disponibles se incrementan con importaciones. Para
la carne vacuna, es fundamental el acceso libre al mercado interno y también a
la exportación. El exceso de producción que no puede volcarse en el ámbito
local, necesita imprescindiblemente de su venta en el exterior. Una ecuación
aproximada del 70% para el mercado interno y un 30% para el externo parece ser
hoy la mejor fórmula para toda la cadena vacuna.
Carne de aves y de porcinos argentinas fundamentalmente se destinan
al mercado interno. El crecimiento mundial de estas carnes induce a una mayor
producción local en cada país para su abastecimiento interno (importan materias
primas alimenticias). El avance en las últimas décadas de ambas producciones se
debe fundamentalmente a la posibilidad de aplicar tecnologías que la hacen más
competitivas, con costos de producción relativos más bajos. Tampoco hay que
descartar la tendencia a la incorporación de productos vegetarianos.
Si las fuerzas de producción no tienen ninguna intromisión se
debería gestar una mayor producción de aves y cerdos (más eficientes en la
transformación de alimentos, menor tiempo para su ciclo productivo, producción
continua durante todo el año, aprovechamiento de recursos regionales para
abastecer poblaciones cercanas, y además más baratas para el consumidor).
La Argentina, al incorporar masivamente la agricultura continua
(eliminando rotaciones ganaderas) perdió versatilidad en ambos frentes, el
agrícola y el ganadero. La producción a pasto es la más costo /beneficio
efectiva en aquellos países donde no se subsidia la producción de granos. Para
nuestro país volver a esquemas pastoriles en carne y leche mejoraría la competitividad
de la cadena de carne bovina. Por el contrario, la carne producida a corral no
ofrece ninguna ventaja competitiva respecto a nuestros competidores que solo
ofrecen ese tipo de carne (USA, Australia y UE).
La inusual sequía, desnudó un sistema productivo de altos
insumos y con una única matriz de producción. Los esquemas de agricultura
continua no ofrecen alternativas ganaderas ante una sequía cómo la que pasamos
(cultivos perdidos que no se pudieron aprovechar).
Sin la generalización del uso de cultivos de cobertura o acompañamiento, rotación de cultivos, empleo de ciclos agricultura-ganadería, la problemática climática (sequías o inundaciones) puede poner en peligro a un sector que es generador de riquezas y principal exportador de la Argentina. Es un buen momento para replantear una vuelta a esquemas de rotación agrícola ganadera. Los sistemas productivos influyen en la oferta y consumo de sus productos. Fuente: CADIA.
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