Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE) en su 60° aniversario
Discurso del Presidente de CASAFE, Horacio Busanello, hoy en el acto festejo en Buenos Aires..
Estamos muy agradecidos de poder festejar nuestros primeros 60 años rodeados de tantos amigos.
Desde su fundación, CASAFE ha sido protagonista de la evolución de la cadena agroindustrial, en particular de la fantástica revolución tecnológica que la agricultura ha experimentado en las últimas dos décadas.
Una nueva agricultura ha nacido y avanza convirtiéndose en uno de los sectores más dinámicos de la economía argentina, a través de un proceso de inversión e innovación tecnológica sin precedentes.
Señores: ¿Hubiera sido posible el desarrollo agrícola de los últimos años sin los productos fitosanitarios, sin los fertilizantes y sin la biotecnología? Con seguridad podemos afirmar que no.
Las empresas que integran CASAFE han sido protagonistas de lo que hoy vivimos. Ellas facturan más de 3.000 millones de dólares en insumos agrícolas y generan más de 20.000 puestos de trabajo, directos e indirectos.
Pero no fuimos los únicos, ni los principales. Sí lo fueron nuestros productores agropecuarios. Los más innovadores y eficientes del mundo.
Somos parte de una cadena de valor, de un sistema agroindustrial que nos enlaza con el mundo. Una cadena de valor que es grano, aceite y harina. Una cadena de valor que es alimento, pero que también es biocombustibles y fibras textiles.
Una cadena donde la ciencia y la tecnología son claves para generar valor agregado y atraer inversiones que nos permitan ser cada vez más competitivos en la economía del Siglo XXI; basada en el conocimiento, en la interconexión de redes y en la integración con el mundo.
La cadena de valor agroindustrial sabe combinar lo económico con lo ambiental, con lo social y con lo humano; en una palabra, con los valores éticos. Y por eso está ligada al concepto irrenunciable de Desarrollo Sustentable.
Una cadena de valor que incluye al periodismo, en especial al agropecuario. Un periodismo que ha crecido con el campo y que ha sabido comprender y comunicar las tendencias del sector.
Como eslabón de esta cadena, CASAFE se siente protagonista, se siente orgullosa y se proyecta confiada hacia sus 100 años.
Estos primeros 60 años nos encuentran enfrentando una “tormenta perfecta”. La peor crisis financiera internacional desde 1929, la peor sequía de los últimos 70 años y un conflicto campo-gobierno sin precedentes en la historia argentina. Sin embargo, miramos hacia el futuro con optimismo.
La economía del siglo XXI representa una oportunidad histórica para nuestro país. Los fundamentos de nuestra industria están intactos. El mundo demanda más y mejores alimentos impulsado por una población que alcanzará los 9.000 millones de habitantes para fines del 2050, por el proceso de urbanización y crecimiento de la clase media en los países asiáticos y por la demanda de biocombustibles.
En CASAFE estamos convencidos de que nuestro país está preparado para capturar esta oportunidad histórica. Sin embargo, el mundo no nos va a esperar. Si nosotros no lo hacemos, otros países lo harán.
Tenemos que dejar atrás las ideas del encierro y del enfrentamiento para vivir de cara al mundo. Las polémicas sobre el glifosato no han sido más que un ataque a la cadena de valor agroindustrial que tanto ha aportado al desarrollo del país. Tenemos que usar bases científicas para debatir, educar y concientizar en lugar de atacar y demonizar.
Desde CASAFE promovemos el uso responsable de fitosanitarios en el marco de las buenas prácticas agrícolas y de una agricultura sustentable. El sector público, la industria, las universidades y las asociaciones de productores tenemos la responsabilidad de hacer todos los esfuerzos necesarios para educar, capacitar, comunicar y concientizar sobre el buen uso de estos productos.
En el pasado cercano rozamos los míticos 100 millones de toneladas. La sequía, los conflictos y los desencuentros jugaron lo suyo en la campaña pasada. Pero la tendencia a crecer continuará, los desencuentros terminarán y debemos trabajar duro para que nuestra Argentina sea por fin ese país que imaginamos:
- Un país con reglas de juego claras, justas y previsibles.
- Con fuerte respeto por el derecho de propiedad, incluyendo la propiedad intelectual.
- Con mercados ágiles y transparentes que permitan no sólo la comercialización de la producción agropecuaria, sino también su cobertura futura.
- Con políticas activas para asegurar el desarrollo de las economías regionales.
- Con incentivos y beneficios al pequeño y mediano productor que aseguren su competitividad.
Debemos trabajar de cara al futuro. La cadena de valor agroindustrial tiene que ser parte de la solución y realizar su aporte a la construcción del capital social de una Argentina próspera, justa y solidaria.
Tenemos que liderar una explosión tecnológica y de confianza para construir un país de 200 millones de toneladas, incrementando su valor agregado.
En primer lugar, tenemos que quebrar paradigmas y duplicar nuestros rindes por hectárea sobre la base de la innovación tecnológica. Un maíz de 14.000 kilos, una soja de 6.000 kilos, un trigo de 5.000 kilos. Tenemos que pasar del no se puede al sí se puede. Podemos generar un salto tecnológico para aumentar la productividad dentro del marco de una agricultura sustentable. Hay que crear reglas claras que incentiven la adopción de tecnología.
Cada tonelada de grano conlleva una enorme cantidad de innovación y conocimiento que incluye; germoplasma, inoculantes, biotecnología, siembra directa, fertilizantes, herbicidas, insecticidas, fungicidas, maquinaria agrícola, transporte, almacenamiento y procesamiento.
Tenemos que aggiornar nuestros conceptos y redefinir que entendemos por valor agregado.
En segundo lugar, debemos establecer condiciones de previsibilidad y confianza necesarias para hacer que los saldos favorables de la balanza comercial generados por la agroindustria no formen parte de la enorme fuga de divisas, sino que se queden en el país y se multipliquen como créditos e inversiones.
Tenemos que crear las bases para un mercado de capitales robusto que permita financiar inversiones para duplicar el valor agregado de la producción agropecuaria. Hay que generar créditos y capitales para expandir e integrar las cadenas de valor y poder transformar los productos de la agricultura en más carnes, lácteos, pastas, snacks, bebidas, alimentos elaborados, plásticos, textiles, indumentaria y biocombustibles.
Tenemos que pasar a exportar de un valor de 400 dólares por tonelada de alimento a 800 dólares por tonelada. Esto requiere de un tremendo esfuerzo de inversión en branding y mercadeo para generar productos diferenciados, apreciados por su calidad, con mercados segmentados que permitan maximizar el precio en las góndolas del mundo.
En resumen, aspiramos a ser parte de una nueva Argentina en el siglo XXI. Una Argentina agroindustrial que produzca 200 millones de toneladas por un valor de 160.000 millones de dólares.
Pero, ¿qué significa esto para la sociedad argentina?
Significa derramar riqueza productiva en todos los sectores económicos del país.
- más maquinaria, más construcción, más infraestructura, más servicios, más autos, más actividad financiera.
- más de un millón de empleos nuevos.
- más de 30.000 millones de dólares adicionales en impuestos, tasas, contribuciones y retenciones.
- terminar para siempre con la pobreza y la indigencia.
- subsidios para asistir a las familias argentinas que están dentro de la franja más vulnerable de nuestra sociedad.
Significa que no haya más chicos argentinos desnutridos, sin acceso a cobertura médica, ni a educación, con pocas posibilidades de conseguir trabajo y de tener acceso una vivienda digna.
Pinta tu aldea y pintarás el mundo. Pintemos la Argentina con los colores de la agricultura. Cambiemos los colores de la pobreza por los colores del trigo y del maíz. Pintemos los colores del progreso, de la justicia y de la equidad.
Pintemos juntos una Argentina de 200 millones de toneladas con igualdad de oportunidades para todos.
Muchas gracias.
+ info> www.casafe.org.ar
Discurso del Presidente de CASAFE, Horacio Busanello, hoy en el acto festejo en Buenos Aires..

Estamos muy agradecidos de poder festejar nuestros primeros 60 años rodeados de tantos amigos.
Desde su fundación, CASAFE ha sido protagonista de la evolución de la cadena agroindustrial, en particular de la fantástica revolución tecnológica que la agricultura ha experimentado en las últimas dos décadas.
Una nueva agricultura ha nacido y avanza convirtiéndose en uno de los sectores más dinámicos de la economía argentina, a través de un proceso de inversión e innovación tecnológica sin precedentes.
Señores: ¿Hubiera sido posible el desarrollo agrícola de los últimos años sin los productos fitosanitarios, sin los fertilizantes y sin la biotecnología? Con seguridad podemos afirmar que no.
Las empresas que integran CASAFE han sido protagonistas de lo que hoy vivimos. Ellas facturan más de 3.000 millones de dólares en insumos agrícolas y generan más de 20.000 puestos de trabajo, directos e indirectos.
Pero no fuimos los únicos, ni los principales. Sí lo fueron nuestros productores agropecuarios. Los más innovadores y eficientes del mundo.
Somos parte de una cadena de valor, de un sistema agroindustrial que nos enlaza con el mundo. Una cadena de valor que es grano, aceite y harina. Una cadena de valor que es alimento, pero que también es biocombustibles y fibras textiles.
Una cadena donde la ciencia y la tecnología son claves para generar valor agregado y atraer inversiones que nos permitan ser cada vez más competitivos en la economía del Siglo XXI; basada en el conocimiento, en la interconexión de redes y en la integración con el mundo.
La cadena de valor agroindustrial sabe combinar lo económico con lo ambiental, con lo social y con lo humano; en una palabra, con los valores éticos. Y por eso está ligada al concepto irrenunciable de Desarrollo Sustentable.
Una cadena de valor que incluye al periodismo, en especial al agropecuario. Un periodismo que ha crecido con el campo y que ha sabido comprender y comunicar las tendencias del sector.
Como eslabón de esta cadena, CASAFE se siente protagonista, se siente orgullosa y se proyecta confiada hacia sus 100 años.
Estos primeros 60 años nos encuentran enfrentando una “tormenta perfecta”. La peor crisis financiera internacional desde 1929, la peor sequía de los últimos 70 años y un conflicto campo-gobierno sin precedentes en la historia argentina. Sin embargo, miramos hacia el futuro con optimismo.
La economía del siglo XXI representa una oportunidad histórica para nuestro país. Los fundamentos de nuestra industria están intactos. El mundo demanda más y mejores alimentos impulsado por una población que alcanzará los 9.000 millones de habitantes para fines del 2050, por el proceso de urbanización y crecimiento de la clase media en los países asiáticos y por la demanda de biocombustibles.
En CASAFE estamos convencidos de que nuestro país está preparado para capturar esta oportunidad histórica. Sin embargo, el mundo no nos va a esperar. Si nosotros no lo hacemos, otros países lo harán.
Tenemos que dejar atrás las ideas del encierro y del enfrentamiento para vivir de cara al mundo. Las polémicas sobre el glifosato no han sido más que un ataque a la cadena de valor agroindustrial que tanto ha aportado al desarrollo del país. Tenemos que usar bases científicas para debatir, educar y concientizar en lugar de atacar y demonizar.
Desde CASAFE promovemos el uso responsable de fitosanitarios en el marco de las buenas prácticas agrícolas y de una agricultura sustentable. El sector público, la industria, las universidades y las asociaciones de productores tenemos la responsabilidad de hacer todos los esfuerzos necesarios para educar, capacitar, comunicar y concientizar sobre el buen uso de estos productos.
En el pasado cercano rozamos los míticos 100 millones de toneladas. La sequía, los conflictos y los desencuentros jugaron lo suyo en la campaña pasada. Pero la tendencia a crecer continuará, los desencuentros terminarán y debemos trabajar duro para que nuestra Argentina sea por fin ese país que imaginamos:
- Un país con reglas de juego claras, justas y previsibles.
- Con fuerte respeto por el derecho de propiedad, incluyendo la propiedad intelectual.
- Con mercados ágiles y transparentes que permitan no sólo la comercialización de la producción agropecuaria, sino también su cobertura futura.
- Con políticas activas para asegurar el desarrollo de las economías regionales.
- Con incentivos y beneficios al pequeño y mediano productor que aseguren su competitividad.
Debemos trabajar de cara al futuro. La cadena de valor agroindustrial tiene que ser parte de la solución y realizar su aporte a la construcción del capital social de una Argentina próspera, justa y solidaria.
Tenemos que liderar una explosión tecnológica y de confianza para construir un país de 200 millones de toneladas, incrementando su valor agregado.
En primer lugar, tenemos que quebrar paradigmas y duplicar nuestros rindes por hectárea sobre la base de la innovación tecnológica. Un maíz de 14.000 kilos, una soja de 6.000 kilos, un trigo de 5.000 kilos. Tenemos que pasar del no se puede al sí se puede. Podemos generar un salto tecnológico para aumentar la productividad dentro del marco de una agricultura sustentable. Hay que crear reglas claras que incentiven la adopción de tecnología.
Cada tonelada de grano conlleva una enorme cantidad de innovación y conocimiento que incluye; germoplasma, inoculantes, biotecnología, siembra directa, fertilizantes, herbicidas, insecticidas, fungicidas, maquinaria agrícola, transporte, almacenamiento y procesamiento.
Tenemos que aggiornar nuestros conceptos y redefinir que entendemos por valor agregado.
En segundo lugar, debemos establecer condiciones de previsibilidad y confianza necesarias para hacer que los saldos favorables de la balanza comercial generados por la agroindustria no formen parte de la enorme fuga de divisas, sino que se queden en el país y se multipliquen como créditos e inversiones.
Tenemos que crear las bases para un mercado de capitales robusto que permita financiar inversiones para duplicar el valor agregado de la producción agropecuaria. Hay que generar créditos y capitales para expandir e integrar las cadenas de valor y poder transformar los productos de la agricultura en más carnes, lácteos, pastas, snacks, bebidas, alimentos elaborados, plásticos, textiles, indumentaria y biocombustibles.
Tenemos que pasar a exportar de un valor de 400 dólares por tonelada de alimento a 800 dólares por tonelada. Esto requiere de un tremendo esfuerzo de inversión en branding y mercadeo para generar productos diferenciados, apreciados por su calidad, con mercados segmentados que permitan maximizar el precio en las góndolas del mundo.
En resumen, aspiramos a ser parte de una nueva Argentina en el siglo XXI. Una Argentina agroindustrial que produzca 200 millones de toneladas por un valor de 160.000 millones de dólares.
Pero, ¿qué significa esto para la sociedad argentina?
Significa derramar riqueza productiva en todos los sectores económicos del país.
- más maquinaria, más construcción, más infraestructura, más servicios, más autos, más actividad financiera.
- más de un millón de empleos nuevos.
- más de 30.000 millones de dólares adicionales en impuestos, tasas, contribuciones y retenciones.
- terminar para siempre con la pobreza y la indigencia.
- subsidios para asistir a las familias argentinas que están dentro de la franja más vulnerable de nuestra sociedad.
Significa que no haya más chicos argentinos desnutridos, sin acceso a cobertura médica, ni a educación, con pocas posibilidades de conseguir trabajo y de tener acceso una vivienda digna.
Pinta tu aldea y pintarás el mundo. Pintemos la Argentina con los colores de la agricultura. Cambiemos los colores de la pobreza por los colores del trigo y del maíz. Pintemos los colores del progreso, de la justicia y de la equidad.
Pintemos juntos una Argentina de 200 millones de toneladas con igualdad de oportunidades para todos.
Muchas gracias.
+ info> www.casafe.org.ar

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