* por Miguel Saredi para LA NACION ( msaredi@hotmail.com )
http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/suplementos/elcampo/nota.asp?nota_id=952484
Están del tomate. Así decíamos nosotros, cuando alguien no estaba en su sano juicio, o en la jerga popular decíamos que "estaba loco", y se llama en la elaboración de un texto "dimensión semántica", porque aporta una descripción en el nivel de los significados de las palabras y grupos de palabras; y los significados muchas veces, además de los que están en el diccionario, surgen del acuerdo entre los habitantes de una comunidad lingüística.
Por eso para aquellos que pretenden echarle la culpa al tomate, nosotros, apelando a la más vieja de las convenciones, y tratando de desdramatizar la actualidad, reiteramos que : "están del tomate". ¿Por qué? Porque se intenta circunscribir la suba de precios a este producto, y en general solamente a la papa, los zapallitos y las frutas y verduras en general; algo similar a lo que ocurrió hace algún tiempo con nuestra carne vacuna.
Pequeños y mediano
Se intenta centrar el eje del mal en productores hortícolas, distribuidores, mercados concentradores, transportistas, verduleros y supermercados en general, atacando toda la cadena. Se intenta restringir el consumo, buscar nuevas reglas de juego y toda clase de medidas que conducen a mayor imprevisibilidad para productores e inversionistas.
Eso sí, cuando se produzca un definitivo cambio, y la necesidad de escala y volumen con el suficiente soporte financiero, hablarán de concentración, monopolios y unos cuántos ideologismos más. Se intenta afectar en especial a pequeños y medianos, quienes no pueden soportar semejante presión, para que vendan, cedan, alquilen o terminen dedicándose a otra actividad. Eso sí, cuando vengan definitivamente inversiones extranjeras -como está pasando con la cadena de la carne- se intentará revitalizar conceptos como soberanía y hablar de entrega del patrimonio y el mercado nacional. En la Argentina asistimos a dos posturas que tenemos que explicitar claramente para que la gente, y nuestro pueblo, nos entiendan. La que prevalece en la mente de nuestros funcionarios, como Guillermo Moreno, o en legisladores como Patricia Vaca Narvaja. Es que: para que haya "alimentos baratos" se deben establecer retenciones, derechos de exportación, debe haber un rígido control de precios, precios sugeridos para las tablas del Indec, cierre de fronteras, promoción solamente del consumo interno, y subsidios artificiales que alientan o introducen un nicho más de corrupción en nuestro frágil Estado de justicia. ¿Adónde conducen estas medidas? A un encarecimiento de los productos, menor producción y por consecuencia menor oferta, beneficio extraordinario de los sectores más hábiles en su fondo de financiamiento -que nunca son pequeños o medianos como pregonan- o lo que es más grave, de aquellos que pueden tener negocios con el Estado. Nosotros, por el contrario, pensamos todo lo opuesto: favorecer la Argentina agroexportadora; la Argentina potencia que puede dar de comer a muchos millones en el mundo moderno; la Argentina que cada vez produzca más, exporte más, y que haya una clara política de alimentación en precios y salud para el consumo interno.
Reglas de juego claras y estables, y fortalecimiento del poder institucional del Estado en áreas vitales como el control sanitario, alimentario, innovación y tecnología, y en especial en un desarrollado estímulo del asociativismo de productores agropecuarios y de la cadena en general.
A favor
Estamos a favor de las inversiones extranjeras y de grandes capitales nacionales, pero también debemos fortalecer nuestras pymes, y pequeños y medianos productores agropecuarios. Ello se hace sobre la base de un trabajo de formación, de educación, de estímulo, de apoyo, de favorecimiento impositivo y económico, e incluso aunque les suene mal la palabra, en este caso bien empleada, de "subsidio" para la construcción de asociativismo en toda la cadena. Así como lo han hecho grupos como los CREA, o grupos de productores con su maquinaria agrícola, pero en general han sido inspirados desde la órbita privada, palabras como cooperativismo o mutualismo deben empezar a sonar en los oídos de nuestra Argentina, pero seria y empresarialmente, y no en manos de punteros políticos o seudointelectuales progresistas.
* El autor es presidente del Grupo Pampa Sur.
jueves, 18 de octubre de 2007
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